¿Hay animales ocultos en la Mona Lisa?
Sin duda alguna, La Mona Lisa –o Gioconda– es una de las pinturas más célebres de toda la Historia del Arte. A esta fama han contribuido distintos factores:
el mediático robo que sufrió la pintura hace ahora cien años; la
fascinante y sugerente figura de su autor, el no menos conocido Leonardo da Vinci; el enigma que rodea a su expresión –¿sonríe o no?–.
Por
todo estos motivos ya no sorprende que, de forma recurrente, los medios
de comunicación se hagan eco de nuevas hipótesis sobre los supuestos
misterios que rodean a la pintura del genio florentino.
El último en sumarse a la ya larga lista es el artista y diseñador gráfico estadounidense Ron Piccirillo
quien, en fechas recientes, anunció a los cuatro vientos que había
descubierto unos símbolos ocultos –concretamente animales– rodeando a la
figura de la Gioconda.
Para descubrir estos animales escondidos a
simple vista –un león, un búfalo, un mono y una serpiente– hay que
colocar la pintura en posición horizontal. Al menos, eso es lo que
asegura Piccirillo.
Según
este artista neoyorquino, su descubrimiento fue completamente casual.
Después de que aquellas figuras aparecieran ante sus ojos decidió
rastrear en los diarios manuscritos de Leonardo y, fruto de esa
pesquisa, Piccirillo cree haber encontrado varios fragmentos de texto que explicarían la inclusión de los animales en la pintura.
En concreto, se trata de unas frases en las que Leonardo menciona al león y la serpiente, y que Piccirillo
ha interpretado como una referencia al pecado de la envidia. Según la
interpretación de este artista, Leonardo habría pintado la Gioconda no
para representar a un personaje real, sino para plasmar
iconográficamente este pecado.
La Mona Lisa, orientada horizontalmente y con flechas señalando algunos de los animales “descubiertos”.
A
primera vista, la hipótesis de Piccirillo puede resultar coherente
pero, ¿qué hay de cierto en dicha interpretación? Siendo sinceros, la
verdad es que muy poco. La primera de las afirmaciones que apenas supera
el mínimo escrutinio es la de la existencia de figuras animales en la
pintura.
Si tomamos cualquier imagen de buena calidad de La
Gioconda –como la que está disponible en la entrada de la Wikipedia– y
la giramos horizontalmente, veremos que las formas que Piccirillo
identifica como animales se encuentran en los montes y bosques
representados junto a la protagonista del lienzo. Sin duda, hay que
hacer un buen ejercicio de imaginación para detectar allí cualquier
animal.
Lo
más probable es que el artista estadounidense haya sido víctima de la
pareidolia, un fenómeno psicológico por el que nuestro cerebro nos juega
malas pasadas, y nos hace ver formas reconocibles donde sólo hay
patrones indefinidos. Es el mismo fenómeno que se produce, por ejemplo,
cuando vemos figuras y rostros en las nubes.
Por otra parte, su
interpretación de que la pintura de Leonardo representa a la envidia
tampoco parece muy acertada, pues además de que nunca se había empleado
esa combinación de animales para representar simbólicamente dicho
pecado, la protagonista del cuadro está plenamente identificada –al
contrario de lo que propone Piccirillo–: se trata de Lisa Gerardini,
esposa de un rico comerciante apellidado Gioccondo (de ahí el otro
título de la obra).
Además, si Leonardo hubiese querido ocultar
cualquier alusión simbólica de este tipo no habría necesitado esconderla
de forma tan enrevesada. Otra de sus célebres pinturas,
'La dama de armiño', utiliza un simbolismo animal de forma más
convencional. La joven representada en esta pintura es Cecilia
Gallerani, la hermosa amante de Ludovico Sforza quien, además de ser
conocido como “El Moro”, también recibía el apelativo de ermellino
(armiño, en italiano). Esa es, seguramente, la razón de que la joven
aparezca retratada con dicho animal.
Comentarios